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     Y es que, el otoño es sin duda alguna la estación del año más sugestiva y esperada para realizar fotografías. No se trata sólo, de captar la diversa gama de tonalidades que presentan los árboles, sino de capturar la calidad y calidez de la luz, que la hacen ser una estación excepcional para los amantes de la naturaleza.

     Gran parte de ese atractivo de suavidad en la luz, de hojas amarillas o de ocres paisajes, lo es esencialmente, por tratarse de algo efímero y pasajero. En el transcurso a lo sumo de dos o tres semanas, nuestro bello y cálido escenario, se habrá diluido y convertido en un monocromático y blanquecino paisaje, que dará lugar al inicio de la siguiente estación.

     Por ello, cuando me decido por fotografiar el bosque otoñal y para no andar divagando por él, cargado de mochilas, cámaras y trípode, suelo dar los primeros escarceos en la localización de encuadres y parajes, ya desde finales del verano.


La elección de un día nublado, es una magnífica opción, para fotografiar el paisaje otoñal.


En estos días otoñales, es fácil distinguir una alameda de ribera, del resto del bosque.


    Una vez seleccionado el escenario donde voy a fotografiar, mi siguiente preocupación es llegar a él a la hora apropiada, por lo que no descarto pasar la noche lo más cercano posíble al paraje que previamente escogí.

    Personalmente, prefiero la temprana luz de la mañana a la calidez de la tarde ó incluso a las luces del centro del día, aunque todas ellas son idóneas de crear acogedores ambientes.

    Para sentirme cómodo, realizando este tipo de fotografía, busco conjugar estos tres factores: días nublados, primeras horas del día y algún contraluz.

Las setas, tendrán un especial protagonismo en nuestro reportaje otoñal del bosque.

   

Con un gran angular, captaremos toda la esencia del bosque: hojas, musgo, setas...


Un otoño de foto

Mismo árbol, distintas tomas. Situando la cámara a ras de suelo, es posible resaltar esos pequeños detalles, que darán un toque mágico a nuestras fotografías.


    Una  vez escogido el día, la hora y el lugar que utilizaremos como escenario, tan sólo nos quedará ponernos manos a la obra. Muchos son los fotógrafos que, llegados a este punto, caen en la golosa tentación de fotografiarlo absolutamente todo. Cierto es, que ante el variopinto espectáculo que puede ofrecer un bosque en otoño, la tentación de fotografiar cualquiera de los mil detalles que se nos ofrecen, puede resultar tan absurda como engañosa.

     Ante nosotros, no sólo aparecerán atractivos y destartalados árboles sobrecargados de hojas con una extensa gama cromática, un suelo almohadillado de hojarasca, el zigzaguente riachuelo que aporta las últimas aguas de un tardío deshielo; sino que además, es posíble que "nuestro bosque", nos brinde la posibilidad de disfrutar con algunos detalles de menor tamaño, aunque no por ello, nada desdeñables, un charco, una seta, un helecho, un tronco retorcido o algún pequeño insecto, son igualmente elementos muy a tener en cuenta.

     Con tan variada y atractiva sucesión de posibilidades, asalta la pregunta de qué objetivo u objetivos poner en nuestra cámara. Personalmente, cuando salgo al campo a realizar fotografías, huyo lo más que puedo de andar cambiando objetivos de forma compulsiva en función de lo que tengo delante. Como todos sabemos, una de las asignaturas pendientes de las cámaras digitales de objetivos intercambiables es, la suciedad que se acumula en sus sensores al intercambiar objetivos en lugares no protegidos.

     Por ello, prefiero visitar un paraje en varias ocasiones, antes que arriesgarme a intercambiar los objetivos en plena naturaleza. Un gran angular, como pueda ser un 10-20 mm o incluso hasta un 18 mm, nos permitirá captar sin ningún problema, toda la esencia de una arboleda con riachuelo o cascada incluida y un primer plano de hojas secas.

     

Existen filtros de variadas tonalidades, uno "sepia" dará una mayor calidez a nuestras fotografías.

 

Para realzar los valores de un brumoso día de lluvia, situé un elemento discordante con el resto de la toma.



Una estación largamente esperada

     Si lo que preferimos es, pasear plácidamente por el interior del bosque, para impregnarnos de su ambiente y escuchar sus sonidos, es muy posíble que nos asalte la tentación de centrar nuestra atención y nuestras tomas en objetos menores.

     En tal caso, lo que necesitamos es un tele-medio de 70-120 mm y un objetivo macro, con el que aproximarnos a los objetos más minúsculos. Un polarizador, un filtro degradado y alguno de coloración sepia, completará nuestro equipo para pasar una entrañable jornada en connivencia con el otoño.

   

Exposiciones largas, para captar todo el embrujo

     Acertar con la medición de la luz, con la apertura del diafragma ó con los tiempos de exposición, suele ser fruto de la experiencia. Una de las prioridades en este sentido, es tener muy presente que la luz en el interior de un más o menos tupido bosque, suele ser muy heterogénea y por ello, un filtro degradado neutro, será capaz de compensar las desigualdades lumínicas.

     El polarizador puede y de hecho es casi siempre un buen aliado, pero habremos de ser cautos en su utilización, ya que si bien le otorgará a los cielos un mayor contraste, debilitará en contrapartida, tanto los brillos de las hojas como las superficies húmedas presentes en el bosque.

Mediante la colocación de un filtro degradado neutro, seremos capaces de crear ambientes con aspecto fantasmagórico.


     Otra herramienta de la que nunca debemos separarnos, por molesto que nos resulte, es un robusto trípode. Será fácil que alguna vez, tengamos que anclarlo sobre barro o en medio de algún riachuelo. Muchas de las fotografías que tomemos en el interior de un bosque, van a requerir la utilización de largas exposiciones, para que paradójicamente nuestra fotografía salga movida.

     La toma de un pequeño riachuelo, cuando deseamos conseguir el efecto del movimiento del agua al correr, con ese agradable y aterciopelado aspecto sedoso-algodonoso, necesitará una lenta velocidad y un alto valor del diafragma. Con ello, tan sólo el agua aparecerá movida, dejando el resto del entorno en la máxima quietud y ganando en profundidad de campo. Mantener el ISO lo más bajo posible, nos brindará la posibilidad de obtener imágenes más limpias y sin apenas ruido.


LOS SEIS MEJORES DESTINOS

* Nacimiento del Río Andarax (Laujar)

* Cascada del Río Chico (Ohanes)

* Fuente La Parra de Mahón (Fondón)

* La Jordana (Serón)

* La Rosariera (Bacares/Bayarque)

* El Chortal y La Merendera (Gérgal)


Al comienzo del otoño, la gama de tonal de verdes, resulta realmente espectacular.

Un muro o un viejo cortijo, son elementos nada desdeñables a fotografiar.



     Nunca debemos desaprovechar la ocasión, de salir a hacer fotos en un día nublado. Son días en los que se crea una atmósfera muy especial en un bosque. El paso de la niebla por entre los árboles, aumenta la sensación de profundidad entre el frente y el fondo de la imagen.

     La aparición de la niebla por entre los árboles nos transmitirá a buen seguro, agradables sensaciones asociadas normalmente al miedo o a la inquietud.

     Nunca desaprovecho la ocasión de hacer fotos en esos días. Plantéate este tipo de cosas en lugar de pensar que el clima no acompaña para pasear y sacar buenas fotografías.

Nunca debemos olvidar a la "hoja", como el verdadero protagonista del reportaje que vayamos a realizar en el interior del bosque.

 

 

     Cuando me adentro en el bosque para materializar en mis fotografías toda la belleza y embrujo que atesora, nunca desdeño la posibilidad de captar igualmente la vida animal que en el se esconde. Y digo bien esconde, pues esta no es precisamente una estación en la que prolifere este modalidad de vida.

     Pequeñas aves, ardillas, roedores o la última generación de insectos, será nuestro particular zoológico a la espera de dejarse fotografiar. Por la facilidad en dejarse hacerlo, prefiero siempre a los insectos antes que a cualquiera de los grupos anteriores. Captar por ejemplo la imagen de un lepidóptero, suele resultar muchas veces frustrante y habremos de madrugar antes de que pongan en marcha toda su actividad vital. Para fotografiar la oruga de la derecha, tuve que colocarla sobre una fina ramita, donde fue fotografiada repetidamente, resultándole la escapatoria del todo imposible.


Algún útil consejo

Buscar esos pequeños detalles, como el color rojizo de algunas hojas caídas, permite disparar en macro y acentuar las texturas.

Si previamente a nuestra visita, cayó algo de lluvia, es posíble que pendan pequeñas y transparentes gotas en ramas y hojas.

Será época de setas, atractivas protagonistas para nuestras fotografías.

Cuidado con las mediciones, algo de luz filtrada entre la vegetación puede echar al traste una fotografía.

Intentemos la originalidad en nuestras tomas, pues aunque hagamos fotografías que hayamos visto anteriormente, hemos de buscar nuevos ángulos y encuadres, siempre dentro de nuestro propio estilo.

A estas alturas del año aún quedarán rezagados en fase larvaria.


     Para finalizar el presente destino fotográfico, quisiera resolver alguna situación, de las que denomino "conflictivas". Imaginemos que hemos acudido a nuestro bosque en un luminoso día otoñal. En estos casos y a mí al menos, me resulta vital el ajuste del "balance de blancos", ya que es muy posible que algún molesto rayo de sol, se nos cuele por entre las hojas de la bóveda del bosque. Ello hará, que la luz que consiga atravesarla, ilumine la escena irregularmente.

     Será necesario entonces, poner sumo cuidado a la hora de controlar la exposición. Cuando se produce un fuerte contraste entre las luces y las sombras, la medición puede engañar a nuestra cámara a la hora de leer la luz, exponiendo alguna que otra zona quemada. Para ello, tras el disparo y si tu cámara lo permite, es necesario que compruebes el histograma para que te muestre las zonas que hayan podido quedar demasiado blanquecinas.

     Con respecto a las hojas, nunca olvides que serán nuestro principal protagonista, y a la que hemos de dedicarle todo tipo de situaciones al realizarles fotografías. Prueba con fotos de detalles, no hay porqué sacar siempre el árbol completo, y sobre todo y lo más importante, disfruta de la esencia del bosque, componiendo todo tipo de escenas y vuelve sin complejos si fuese necesario a los pocos días, a repetir esa fotografía que casi te salió perfecta.

Un viejo tronco retorcido dará mucho juego a nuestras tomas del bosque.

 

   
           

Un vetusto y destartalado castaño, testigo silencioso del paso de la estación otoñal.

Tendidos en el suelo y enfocando al cielo, obtendremos nuevas perspectivas.

Aunque predomine el ocre, algunas plantas resistieron los rigores del verano.




         

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